fuente: El liberal de castilla

 

Claudia: no sé silbar y así me va porque ni ovejas ni perros me hacen el menor caso.

 

El viento soplaba a su aire en los Collados de Embid. Es un lugar, una especie de meseta que encontramos cerca del indicador de carreteras que informa de que estás a 1.100 metros de altitud sobre el nivel del mar.

Aquí, donde termina la cuesta que deja atrás al Júcar y al caserío con ermita, ya no hay pinos y los chaparros se escapan del lugar en el que más se necesitan para que sirvan de cortavientos. Es el lugar en el que hace unos tres años, Manolo Cardo llamaba a las ovejas desde lo alto y ellas, como perros falderos, apretaban el paso en un concierto de balidos increíble que finalizaba cuando entraban en el corral eléctrico. El fuego, recién encendido cuando la noche marcaba las seis y media de la tarde, al tiempo que cobraba cada vez más fuerza gracias a las teas que había puesto Antonio Cardo, soltaba al aire chuscas que provocaron el cambio de algunas tiendas ante el temor de que se quemaran.

Estábamos casi al completo o, al menos, los de siempre: los hermanos Manolo, Antonio y Elías Cardo, los hijos de Manolo, Aitor y Claudia, Luis Hortelano amante de estas cosas y el escribe esto. Al calor de la lumbre se repasan muchas cosas. De ahora y de antes.  De la tía Antonia que, en la Vega, bailaba las jeringonzas del fraile a la luz de un candil con una vihuela y algo más de cuerda.

“No se puede estar en misa y repicando”, dice Manolo tomando partido sobre un tema relacionado con el lobo aunque, por estas tierras, no lo haya y sí en la vecina Guadalajara. “No se puede defender, idílicamente, que el lobo campe a sus anchas cuando me está matando el ganado e, incluso, me obliga a tener un buen número de perros para defenderlo. Es que no puede ser. Vamos a volver a los años cincuenta en los que, en los pueblos, se mataban a las alimañas saliendo los mozos con ellas pidiendo donativos por la hazaña. ¿Y las carreteras? No se ensanchan ni arreglan porque una pareja de no sé qué anida ahí cuando el hombre es la especie a proteger” comenta Manolo iniciando, así, el tema de la despoblación rural que tiene tela. El profesor Martín Muelas se refiere al cierre de las escuelas como el principio del fin, aunque, siendo cierto, existieron otros factores que favorecieron el éxodo rural. Y el problema del agua. https://www.liberaldecastilla.com/78170-2/

La parte frontal del cuerpo es un eclipse para la espalda que, cada vez, la noto más fría al estar a la sombra de las llamas mientras saltamos de un tema a otro hasta el momento de la despedida, cuando el reloj marcaba las ocho de la tarde. Por cena iban a hacer unos huevos revueltos y carne a la brasa y, por noche, les quedaba el hotel de las mil estrellas con aire acondicionado y una luna que iba a dejar la primera escarcha del camino.

 

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